“Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc.11,28)

viernes, 6 de febrero de 2015

GUIA PARA LA LECTURA ORANTE

 Marcos 1,29-39
(Domingo 8 de febrero del 2015)



1. Oración Inicial: Señor, no sanan las heridas y males del alma una hierba ni un bálsamo, sino tu Palabra, que todo lo sostiene y crea, siempre nuevo cada día. Señor, envía ahora sobre nosotros tu Espíritu con abundancia para que te escuchemos con todo el corazón y con toda el alma. AMÉN. Cantar «Espíritu Santo Ven, Ven».

2. Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: En medio de su intensa actividad de profeta itinerante, Jesús cuidó siempre su comunicación con Dios en el silencio y la soledad. Los evangelios han conservado el recuerdo de una costumbre suya que causó honda impresión: Jesús solía retirarse de noche a orar. El episodio que narra Marcos nos ayuda a conocer lo que significaba la oración para Jesús. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Marcos 1,29-39: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones.
d. ¿Qué dice el texto?
1) Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2) ¿Qué sucede en el relato? ¿Qué personajes están? ¿Qué escenas y momentos podemos distinguir?
3) ¿Qué hace Jesús? ¿Cómo reacciona la gente? ¿Cómo reaccionan los discípulos?
4) ¿Qué gesto personal hace Jesús en la madrugada? ¿Qué relación puede tener con su predicación, con lo que estaba haciendo?
5) ¿Cómo reacciona Jesús a saber que la gente lo buscaba?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) Fijemos en los gestos de Jesús: «se acercó y, tomándola de la mano, la levantó». Son términos típicos de la resurrección. ¿Sentimos que el Señor nos dice también, «Levántense, resuciten, nazcan de nuevo»? Compartir.
b) Ser cristiano(a) es, entre otras muchas cosas, luchar contra el mal, no quedarse de brazos cruzados cuando vivimos en un mundo con las cifras escalofriantes de pobreza y miseria que hoy padecemos. ¿Con qué gestos concretos nos hacemos cercanos a hermanos(as) que sufren o están marginados de la sociedad?
c) Frecuentemente ya no sabemos estar a solas con el Padre. Hablamos mucho de Dios, pero hablamos poco con él. Parece que se ha olvidado la costumbre de Jesús. En las parroquias, en las escuelas, en los hogares se hacen muchas reuniones de trabajo, pero no sabemos retirarnos para descansar en la presencia de Dios y llenarnos de su paz. Comentar.
d) Cada vez somos menos para hacer más cosas. El riesgo es caer en el activismo, el desgaste y el vacío interior. ¿Caemos en esto a veces?
e) ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?

4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «Jesús… se fue a un lugar solitario. Allí se puso a orar».

5. Compromiso: Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia:  «Vamos a otro lugar, para predicar también en las poblaciones vecinas…». ¿Cómo ser esta semana, discípulos misioneros(as)? Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.

6. Oración final: Queremos estar atentos, Señor. Cerca de nosotros hay situaciones de dolor, enfermedad, soledad, miseria, violencia e injusticia. Anunciar tu Reino es hacer el bien, practicar el amor, vivir la solidaridad. Enséñanos a orar, para buscar fuerzas en Dios, y vivir el Evangelio haciendo el bien. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.

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