“Felices los que escuchan la Palabra de Dios y la practican” (Lc.11,28)

martes, 3 de marzo de 2015

Guión para la lectura orante de Juan 2,13-25





1. Oración Inicial: Espíritu Santo de Dios, fuiste enviado por Jesús para conducirnos a la verdad total; abre nuestra mente a la inteligencia de las Escrituras. Haz que aprendamos a escuchar con un corazón bueno y abierto la Palabra que Dios nos envía en la vida y en la Escritura, para custodiarla y producir fruto con nuestra perseverancia. AMÉN. 
2.  Lectura: ¿Qué dice el texto?
a. Introducción: Los otros evangelios sitúan este relato en la última semana de la vida de Jesús. Juan ha anticipado este relato debido a su carácter programático. El evangelista quiere mostrar desde el principio que Jesús inaugura un tiempo nuevo en las relaciones del ser humano con Dios. Jesús reemplaza al templo antiguo, representativo de todo el judaísmo, incluida la ley, y se presenta como el verdadero templo, el lugar del encuentro entre Dios y los seres humanos. La pascua de Jesús –restauración del templo destruido lo pondrá de relieve. Entonces, a la luz del Espíritu, sus discípulos comprenderán el sentido de estas palabras suyas.  Los vs.23-25 son una especie de resumen de la actividad o enseñanza de Jesús, y de las reacciones positivas que provoca; pero al mismo tiempo se exponen las serias reservas de Jesús frente a una fe inicial entusiasmada por lo extraordinario. Abramos nuestros corazones a escuchar la Palabra de Dios.
b. Leer el texto: Juan 2,13-25: Hacer una lectura atenta, pausada y reflexiva. Tratar de descubrir el mensaje de fe que el evangelista quiso transmitir a su comunidad. Leerlo una segunda vez.
c. Un momento de silencio orante: Hacemos un tiempo de silencio, para que la palabra de Dios pueda penetrar en nuestros corazones. 
d. ¿Qué dice el texto?
1)     Cada persona lee el versículo o parte del texto que te impresionó más.
2)     En el texto, ¿Dónde se encuentra Jesús? ¿Qué significaba el Templo para los judíos?
3)     ¿Cuál es la reacción de Jesús cuando ve lo que sucede allí?  ¿Por qué lo hace?
4)     ¿Qué le cuestionan los judíos? ¿Qué dice Él?
5)   “Muchos creyeron en Jesús al ver los signos que realizaba.”  ¿Cómo reacciona Jesús frente a esta fe inicial entusiasmada por lo extraordinario?

3. Meditación: ¿Qué nos dice el texto hoy a nuestra vida? No es necesario responder a cada pregunta. Seleccionar las más significativas para el grupo. Lo importante es conocer y profundizar el texto, reflexionarlo y descubrir su sentido para nuestra vida.
a) ¿Soy capaz de confiarme a Dios completamente en un acto de fe o pido siempre signos extraordinarios o milagros?
b)    Dios me proporciona muchos signos de su presencia en mi vida.  Señalar algunos.
c)     ¿Cómo sacar a los mercaderes de nuestra propia vivienda?
d)   En Latinoamérica el 20% de la población acapara el 80% de los recursos y ese 20% más rico dice ser cristiano.  ¿Qué pensar del "Templo" cristiano hoy?
e)   ¿Cuál es el mensaje del texto para nuestra vida hoy y qué podemos hacer en concreto para que se haga realidad?
4. Oración: ¿Qué le decimos a Dios después de escuchar y meditar su Palabra? Ponemos en forma de oración todo aquello que hemos reflexionado sobre el Evangelio y sobre nuestra vida. «y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había pronunciado».
5. Contemplar el rostro de Dios encontrado en el texto, volver la mirada al mundo y comprometernos con el Reino de Dios y su justicia: Compromiso: Que nuestra conducta esta semana sea un signo de la presencia de Cristo. Llevamos una "palabra". Puede ser un versículo o una frase del texto. Tratar de tenerla en cuenta y buscar un momento cada día para recordarla y tener un tiempo de oración donde volver a conversarla con el Señor.
6. Oración final: Oh Padre, Tú has constituido a tu Hijo Jesús templo nuevo de la nueva y definitiva alianza, construido no por manos de seres humanos sino del Espíritu Santo. Haz que, acogiendo con fe su Palabra, vivamos en Él y podamos así adorarte en espíritu y verdad. Abre nuestros ojos a las necesidades de nuestros hermanos(as) que son miembros del cuerpo de Cristo, para que sirviendo a ellos te demos el verdadero culto que tú deseas. Padre Nuestro, que estás en el cielo… AMÉN.  

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